«Guadalajara», un poema satírico sobre nuestra ciudad

Comparto con vosotros y vosotras este poema sobre Guadalajara que he ido escribiendo y reescribiendo desde hace unos años. Toma como inspiración, aunque a verso libre, el poema «La Desesperación» del periodista y dramaturgo del siglo XIX Juan Rico y Amat -aunque se suele atribuir a José de Espronceda-.

Guadalajara

Desde los Manantiales
hasta la Esperanza
los niños juegan en la plaza
y los mayores con la vid.
Bizcochos borrachos se agolpan
en el Claudio y la Escapada
y nuestra Miel es recordada
por el chófer y la meretriz.

Oasis de óxido y hojalata,
tus sótanos y bodegones
nos recuerdan los bordones
de las bombas y el esplín.
Las ruinas del Alcázar,
la academia hecha ceniza
los globos ya no aterrizan
sobre tu prado gris.

Estamos tan dormidos
que han vetado del centro
la cultura, los conciertos
y todo su trajín.
Pues es bueno que descansen
petimetres y jubiletas
no vayan a coger rabietas
los amigos del edil.

El cuentacuentos salva
este yermo de cultura
donde torturar a un miura
es un arte baladí.
Que la escuela de la espada,
del capote y de la plaza
no resulta buena chanza
ni pa el toro ni pa mí.

De la Sierra al Alto Tajo
proliferan los tristes cotos
y los cortos con sus fotos
nos muestran lo infeliz.
El bicho abierto de cuajo,
linfa que sale a borbotones,
la pólvora de los cañones
refleja una mirada vil.

Ahora suenan los murmullos
de rumores y de chismes
sobre aquellos que eran cisnes
y ahora, un orín.
Que si uno está en el trullo,
que si otro es un tahúr
y es que falta glamour
en las calles del pueblín.

Donde el dinero manda
no faltan los amigos,
aquellos que dan permisos
para poder construir.
Burocracia de amiguetes,
nepotismo ilustrado,
aquí somos licenciados
en el arte de consentir.

En la generación del re-quiebro
los canis son unos letrados,
recitan versos de Machado
a sus chonis de postín.
Y los que usan el cerebro
dicen bye bye con la mano
pues no hay oficio ni arte sano
cerca de este confín.

Celebremos nuestra fiesta
por la virgen de la Antigua,
por epíteto no es ambigua
y se sostiene con fajín.
La religión es gran apuesta
cuando se baña con alcohol
y se tuesta el corazón
con el fuego del anís.

Guadalajara, querida,
has estado muy ausente
y te has convertido de repente
en un barrio de Madrid.
Si no defiendes lo tuyo,
nuestros embalses se vacían,
malvendemos la energía
y nos destinas a sufrir.

Guadalajara, bendita,
traenos algo de esperanza,
comida para la panza
y algún souvenir.
La gente está iracunda
de verte abandonada,
de fachadas desconchadas
y de este porvenir.

Ciudad de los parques
hecha de queso gruyere,
de solares por doquier
llenos de verdín.
Ciudad sin futuro
donde arrecia la malicia,
donde campa la avaricia
sin ningún tipo de fin.

Vendrán los casposos
a decir que soy mezquino
pues, como buen adivino,
sé que van a salir.
A mí que adoro la Alcarria,
y que soy un campiñero
que ha recorrido entero
el camino del Cid.

Les digo a todos ellos
que son sólo unos tristes.
Van con la lanza en ristre
sin saberla dirigir.
Si aman tanto este lugar
que cojan su bilis negra
y la lancen a quien a esta tierra
ha hecho morir.

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