Miguel Noguera, la poética absurda y la vorstellungskraft

Aprovechando que hace poco Miguel Noguera publicó ¡PAM!, su nuevo libro, y que es un artista que merece la pena conocer, planteo este artículo como una breve introducción-homenaje a este hombre tan curioso y su poética absurda y sugerente. La primera vez que oí hablar de él fue en una fiesta hace ya más de diez años. Un amigo en estado de embriaguez comenzó a darme la murga sobre un loco que hacía unos shows alucinantes. Me decía: “el tío como que cuenta ideas, las desarrolla y te partes de risa”. Tal era la euforia que, a pesar de mi estupefacción, comenzó a imitar su estilo y compartirme algunas de sus ideas enajenadamente. Todo quedó ahí hasta que, tiempo después, cayó en mis manos su libro Ultraviolencia, que vi como una versión extrema de los dibujos del poeta Pedro Casariego, y me aficioné a sus UltraShows. Ante tal descubrimiento, no pude sino compartir mi hallazgo con mis drugos, encontrándome a mí mismo enajenado, imitando el estilo Noguera y viendo en los ojos de quienes me escuchaban la misma estupefacción que viví cuando lo compartió aquel amigo conmigo. Esa pasión y desconcierto despierta Noguera, un artista al que le ha caído encima, para bien o para mal, la cruz del intelectualismo. “El Ferrán Adriá de la risa” se ha llegado a decir, e, incluso, yo me he visto tentado a comparar su recepción con el Tratado Lógico-Filosófico de Ludwig Wittgenstein, pues ambos o te entran a la primera o no te entran nunca.

La Comedia de Noguera

Noguera es un cómico, pero debemos saber, al menos como curiosidad, que un cómico es quien hace comedia y que la comedia es todo aquello que no es tragedia. Parece una perogrullada, pero es necesario hacer hincapié en que la comedia no es sinónimo de humor, sino que simplemente es un género que se entiende sólo como oposición a la tragedia. Por tanto, Noguera es un cómico, pero no un humorista: su intención principal no es la de hacer reír. Ahora bien, emergen muchas situaciones humorísticas en sus textos, a veces desde el humor negro o la tragicomedia y otras desde lo absurdo y lo ridículo. No voy a entrar en un análisis profundo de su humor, para ello tendríamos que apelar a las investigaciones de Luis Beltrán Almería y Francisco Chico Rico sobre los tipos de humor y la dicotomía entre la cultura de la seriedad y de la risa, o de Mijaíl Batjín y sus conocidos análisis sobre el humor medieval. No obstante, sí podemos decir que los dos recursos que hacen risibles los espectáculos y textos de Noguera son lo absurdo y la distensión.

Lo absurdo es una categoría estética compleja que tiene muchos tipos de manifestaciones. Por ejemplo, y aunque parezca impropio, la fantasía (desde un cuento mitológico hasta El Señor de los Anillos) es un género absurdo a pesar de no tener un contenido humorístico. Lo absurdo es todo aquello que se sale de la lógica, aunque guarde una lógica interna, y de las expectativas. En la poética de Noguera, el uso de lo absurdo es puramente retórico y, por tanto, no debemos pensar en él como un representante de la Literatura o el Teatro de lo absurdo. Por ejemplo, se crea lo absurdo a través de la hipérbole: un pequeño detalle del mundo es extraído y amplificado para dotarlo de un significado impropio y darle un valor hiperbólico -las rampas son un caso recurrente-. O una situación verosímil como una lucha de espadas se torna absurda cuando los combatientes prefieren coger el arma por el filo en vez de por el mango. Noguera coge estos elementos anodinos y les da una vuelta, ofreciendo una nueva visión del mundo, absurda pero también interesante. De igual modo, es común la metalepsis, esa figura retórica –explicada por Gerard Gennete en Figuras- en la que se pasa de un nivel narrativo a otro inferior o superior. El ejemplo más conocido es la “ruptura de la cuarta pared”: un personaje sale de su diégesis para apelar al público. Las metalepsis de Noguera crean el absurdo al enfrentar al público al propio medio de comunicación, explicando, por ejemplo, las introducciones de sus espectáculos como introducción al espectáculo.

La distensión está supeditada a la narrativa y lo performativo. El estilo Noguera es un estilo crudo y violento, en el que se te pone, a través del tono, el ritmo y el contenido, en una tensión constante. Esa tensión es la que hace que, cuando se produce un remate cómico o una situación absurda, te relajes y te dé la “emoción de la risa”, que no hay que confundir con la risa física (según Elder Orson en su Teoría de la comedia). He aquí una de las diferencias entre la comedia y la tragedia. En la tragedia la tensión emocional va incrementándose durante toda la obra hasta que al final es resuelta de un modo súbito y grandilocuente, produciendo la conocida catarsis en el momento de la catástasis o clímax. En la comedia, la tensión sube y baja constantemente, con el fin de que, al relajarse, se produzca la risa. El formato fragmentario de los UltraShows fomenta la producción de catástasis, siendo cada idea una pequeña trama en la que se crea la tensión y se relaja. 

Las ideas de Noguera

Noguera trabaja con ideas, que pueden venir de un detalle, de una anécdota, de otra idea, de una reflexión o de cualquier cosa. Estas ideas las comparte oralmente o son sostenidas por documentos gráficos o sonoros. Hasta aquí, lo normal. Sin embargo, sus ideas ofrecen una visión del mundo muy imaginativa y sugestiva. No son las típicas anécdotas de los stand up en la que empatizas con el monologuista cuando pone de manifiesto un evento cotidiano. En los UltraShows, las ideas son la reflexión e inflexión del cómico con el fin de deconstruir la cotidianidad y generar líneas de pensamiento más complejas. Pongamos el siguiente ejemplo: “la idea de una aplicación de mapas (como Google Maps) que tenga una precisión tal que pueda decirte que, si te tiras por la ventana ahora mismo, llegarás a tu destino justo a tiempo”. Por supuesto, Noguera desarrolla esta idea de una forma mucho más divertida, teatral e interesante, pero la idea es exactamente esa. Es una idea verosímil en la que se nos dispone en un futuro en el que las máquinas han desarrollado una capacidad de cálculo tan grande que pueden profetizar cuál es el camino más rápido para llegar a tu destino, aunque eso suponga partirte las piernas. En esta idea se juega con un determinismo mecanicista que entra en conflicto con el libre albedrío del ser humano desde una perspectiva humorística, algo que podemos encontrar de forma muy parecida en el fabuloso episodio «Al filo del mañorty» de la serie Rick y Morty. Otra idea es la de instalar barandillas en la calle para sujetarse frente al desasosiego de la existencia, como vemos en la siguiente imagen.

Algunas ideas, como éstas, son realmente curiosas y poéticas porque, además de hacerte reír gracias al modo en que Noguera las cuenta o dibuja, te hacen pensar, te llevan a nuevas ideas o líneas de pensamiento, o resultan estéticamente atractivas, es decir, invocan la imaginación.

Esto no es siempre así. Algunas ideas son ostensiblemente naif y su valor se sostiene simplemente por el estilo del cómico, el cual tiene una pose clown muy marcada. Sin embargo, cuando converge una buena idea con una buena interpretación el efecto es realmente seductor. Es quizás esa irregularidad lo que hace su recepción tan difícil. Una irregularidad que es una consecuencia a que Noguera huye, como postmodernista, de los grandes discursos, encontrando en la estética del fragmento el sustento para su obra (algo que comparte, entre otras cosas, con la antiópera Antimedea). Así ocurre tanto en sus espectáculos como en sus libros, que no dejan de ser una recopilación facticia de pequeñas ideas, dibujos y textos. Asimismo, su particular forma de expresarse hace que sea un artista que no deja indiferente, algo que en estos tiempos es complicado y demuestra, en cierto modo, su valor creativo. Por ejemplo, en 2010 fue escogido por la publicación Creamier: Contemporary Art in Culture como uno de los cien artistas emergentes más importantes del mundo, pero, entretanto, también fue acusado de ser un “showman de pacotilla” por el conocido crítico de arte Fernando Castro, lo que tiempo después fue matizado. Si en las altas esferas de la crítica cultural no hay consenso, menos lo hay en la opinión del público, el cual o lo odia o lo ama.

Concluyendo, Miguel Noguera es un exponente y un referente de la nueva comedia española. Una comedia que se aleja de los chistes y los clichés de la comedia popular y castiza postfranquista, la cual incluye tanto a los continuistas como a los contestatarios, y también (ya era hora) de la comedia influenciada por los referentes anglófonos. No obstante, y aquí entiendo que está la gracia, es una comedia que no parte de la idea de crear humor ni de enfrentarse o parodiar el stand up, sino de un posicionamiento poético frente al mundo que se comparte de un modo que genera risa y pensamiento a partes iguales. Una poética que nace de la Vorstellungskraft: la fuerza, la agencia y la energía de imaginar, esto es, de la capacidad de proyectar una nueva forma de ver y entender la realidad, la sociedad y el statu quo.

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