Crónica: Feria del Libro de Guadalajara 2021

De la misma forma que uno no recuerda cuánto extraña el sabor de un helado de chocolate artesano hasta que no se le echa encima el peso aplastante del calor veraniego, uno no es consciente de lo necesario que es poder salir a la calle, relacionarse y dejarse invadir por las historias, ya sean estas de ficción o no ficción, hasta que no se queda sin Feria del Libro. Eso me pasó precisamente el año pasado cuando la pandemia me dejó “solita en casa” y con un libro a medio hacer bajo el brazo. Se instala una especia de pesadumbre que es difícil sacudirse. Se piensa en todos los libros que también se han quedado a medio hacer, en todas las páginas preliminares sin dedicatoria, en todas las ausencias de sonrisas e ilusión al encontrar una fuente en la que sumergirse y perderse al menos unos cuantos días. Por todo eso, precisamente, creo que todo el mundo andaba esperando con muchísimas ganas esta Feria del Libro de 2021 o al menos, ese es el poso que a mí me ha quedado después de descansar tras este emocionante fin de semana lleno de caras amigas y de nuevas lecturas.

Voy a dedicarle unas breves líneas al enclave escogido para este año, que para muchos supone una auténtica reconquista: el parque de la Concordia, o como he leído ya en varios medios de comunicación y redes sociales, el pulmón de Guadalajara, es decir, nuestro modesto Retiro. Y es que dentro de su modestia, ha logrado albergar prácticamente más casetas que ningún año, siempre respetando las medidas de seguridad impuestas por las autoridades sanitarias. El propio viernes, andaban controlando el aforo y no dejaban entrar a personas al recinto hasta que salieran otras. La idea de montar una carpa en el extremo final de la explanada fue un auténtico acierto. Una carpa con persianas a ambos lados que se subían y bajaban según lo que fuera necesario y permitían que corriera la brisa entre los asistentes. No era bonita, en absoluto. Pero cumplía su función y, en los tiempos que corren, es precisamente lo importante.

Me encantó recibir información de esa ingente cantidad de actividades propuesta, desde por la mañana hasta última hora de la tarde: presentaciones de libros, cuentacuentos, charlas, recitales de poesía, performances de todo tipo y condición, como aquellos señores vestidos de policía que paseaban a caballo y se hacían fotos con niños y mayores. ¿O eso no formaba parte del plantel de actividades propuestas? Sea como fuere, a cualquiera que se desplazara hasta allí le resultaba imposible aburrirse.

Fue un auténtico placer reencontrarme con caras amigas pero lo fue todavía más descubrir por aquí y por allá a compañeros del arte de la escritura que no había visto en mi vida. Y es que, al fin y al cabo, de eso se trata organizar una Feria del Libro, de exponer el trabajo de todo el mundo, sin distinciones. De cualquiera que desee compartirlo. Así creamos referentes, animamos a los que ya han empezado su andadura en este mundo tan hostil y damos difusión a su trabajo. Todos ganamos. Por eso me parece absolutamente necesario hacer mención a esas librerías, asociaciones o editoriales que apuestan contra viento y marea por el talento local, como Librería Lúa, AACHE Ediciones o El Rincón Lento, entre otros, que organizaron firmas de libros a lo largo de todo el fin de semana y nos dieron a conocer el trabajo de jóvenes (y no tan jóvenes) escritores. Asimismo, también hace falta celebrar la existencia de gestores culturales que no desisten ante la adversidad y que se ponen las circunstancias por montera, como lo demostraron Marta Marco Alario y Carmen Niño, de la mano de Riansares Serrano, la concejala de cultura, con su maravilloso evento Bordando Versos. Como consumidores, como lectores y como amantes de la literatura, lo mejor que podemos hacer es apoyar a las empresas que apoyan a los escritores (que aunque parezca algo de toda lógica, desgraciadamente no siempre ocurre). Y, por supuesto, sentirnos agradecidos de que nuestra modesta ciudad haya hecho una apuesta de este calibre y envergadura, en la que se cuida de cerca la cultura, tal y como está demostrando paso a paso el equipo de gobierno que nos ha tocado en estos tiempos tan convulsos.

Poco más puedo contaros de lo sucedido este fin de semana, más que fue un verdadero soplo de aire fresco que llenó de energía a toda la ciudad.

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